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"SOTANO"

19/06/2014
LA PENSIÓN DE LAS PULGAS


De nuevo  La Pensión de las Pulgas nos invita a recorrer sus tripas estructurales en un tour que huele a humedad, sombra y secretos. Nada nos espanta ya, pero nos sigue sobrecogiendo la habilidad para descubrir, nombrar, identificar y asumir nuestros propios fantasmas. El descenso siempre ha tenido connotaciones negativas en la tradición cultural de occidente, desde Dante hasta Blake, desde Mena hasta Gounod.


Con un texto de estrategia pura nos conducen, ciegos y cautivos, al vientre frío de nuestro cofre existencial. Con valor de metáfora casi masónica, ese sótano ha sido ocultado a miradas no iniciadas. El conocimiento libera, pero asusta suponer sus consecuencias. Ya sabíamos que la vida era eterna en cinco minutos y puede suceder tanto que, sin salir de una sala, no podamos evitar nuestras propias trampas. El deseo embriaga y esclaviza; es curioso, lo que más nos incluye en el reino animal es lo que con mayor dificultad dominamos: el placer. En estos minutos presenciamos un viaje catártico, un rechazo, una asunción y un sometimiento pleno y convencido. Es el ejercicio de la libertad, o de algo que no aceptamos denominar así.

Certera dirección de Israel Elejalde, que ha sabido medir perfectamente los tiempos de cada actor para ofrecernos este “tour de force” a través de unos actores empapados de veracidad que tensan nuestros músculos desde el primer momento. Nada más empezar la función nos sentimos nerviosos, intrigados. Percibimos que estamos siendo engañados, que aquello no es lo que parece. Y nos vamos dejando seducir por la verborrea afilada y efectista de Codina mientras Clavijo despista nuestras cavilaciones con sentimientos contradictorios que sólo son el inicio del descenso a nuestro propio sótano.

Del duelo Juan Codina-Víctor Clavijo ninguno salimos indemnes; es tal la intensidad, potenciada por un espacio tan próximo y sincero, que nuestras vigas se estremecen y un temblor nos recorre ante el vértigo de la caída a la que sólo nosotros nos entregamos. Ya Luzbel nos advertía del dulce sabor del pecado. Con un concepto sado-masoquista de la historia, simplista pero certero, determinista bajo una aparente libertad, todo se entiende mucho mejor. Sólo somos células gobernadas por leyes físico-químicas. Nada más.

Texto: Josep Maria Benet i Jornet
Director: Israel Elejalde
Intérpretes: Victor Clavijo y Juan Codina.

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